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El primer libro de género zombie llegó a la Argentina

"El Zombi del Grand-Pérou o la Condesa de Cocagne" (1697) de Pierre Corneille de Blessebois, una sátira impresa originalmente en las Antillas francesas donde por primera vez se aparece un personaje zombi en la literatura, acaba de ser traducido al español y editado en la Argentina.

Este pequeño relato paródico de aventuras galantes fue traducido por los responsables del sello independiente Kitsune que luego de encontrar un ejemplar de 1862 en la Biblioteca de París lo trajeron a la Argentina.

El zombi —que en dialecto creole significa fantasma, espíritu, brujo— aparece como un personaje controlado por una fuerza superior del culto vudú, uno de los posibles orígenes ancestrales de estas criaturas.

El escenario de la obra —una aventura aparentemente real de Blessebois— es en la Isla de Guadalupe, un pequeño archipiélago de las Antillas donde el escritor francés es deportado en 1681 y vendido como soldado de Marguerite la Carrigue, viuda del propietario del dominio del Grand-Pérou, luego de haber agredido a la mujer de un peluquero y a su hija en su Francia natal.

Félicité de Lespinay —la Condesa de Cocagne— le solicita sus supuestos conocimientos en brujería y sus poderes sobrenaturales para conquistar el corazón del Marqués del Grand-Pérou, Blessebois satisface el pedido de la dama con puestas en escena en las que simula la aparición de zombies que acechan por la noche y perturban el sueño de los habitantes del castillo.

Poco se sabe de su autor, la reseña anónima que antecede esta edición original y que también fue traducida explica que hay "una importante falta de información por lo que sólo nos queda recorrer el gran campo de las hipótesis".

Blessebois (que en español significa daña bosques) reinaba en los cenáculos literarios franceses, "es conocido como un antecedente del Marqués de Sade, leído por escritores como Charles Nodier y Paul Lacroix", explicó el editor Diego Fuscaldi quien junto a su socio, Luciano Sposo, rastrearon este material en Francia.

Para sumar misterio alrededor de esta historia de zombies y su creador, el incógnito prólogo anuncia: "era un ser imaginario y su nombre Blessebois era un seudónimo alegórico, el escondite de un escritor famoso", aunque líneas más abajo constata la real existencia del escritor de obras como Le Lion d`Angélie (1676) y Les Soupirs de Sifroi ou l`innocence reconnue (1675).

Con documentos escasos, el anónimo autor de esta biografía consultó directamente los escritos de Blessebois "para reconstruir las diferentes etapas de su vida". Nació entre 1640 y 1650, se le adjudica dos orígenes: borgoñón y normando y pertenecía a una familia de cierto estatus social.

"Su vida fue una cadena de aventuras y catástrofes", anuncia sobre este "verdadero bribón, hombre de grandes fortunas, un aventurero que ha sabido entrelazar los laureles de marzo con los mirlos del amor".
Gran parte de esta reseña se la llevan los cortejos y seducciones del escritor en la ciudad de Alençon que "durante años parece haber sido escenario de sus andanzas". De allí, fue expatriado tras escándalos sexuales y una serie de peleas y finalmente, se refugió en Holanda donde escribió la tragedia Éugenie (1676).
En 1686 reaparece en la escena literaria con otra tragedia sobre el mártir de "Sainte Reine" y diez años más tarde lo hace en la isla de Guadalupe como oficial de la marina.

"Se convierte nuevamente en el héroe de una serie de aventuras galantes que nos cuenta en un pequeño libro satírico, impreso en las Antillas", lugar donde falleció pobre e ignorado, en los primeros años del siglo XVIII.
Su legado literario "con valor histórico", aclara el editor, no estableció un concepto claro del personaje zombie tal como se lo conoce hoy, pero sí introdujo las bases sobre estos muertos vivientes, que en la actualidad son centro de consumos literarios del público más joven.


Fuente: Télam

Reflexiones del Librero Humanoide



¿Escribo una crítica literaria o una diatriba contra el capitalismo y la decadencia de la industria editorial? ¿Escribo sobre mis impresiones respecto al libro y hago una suerte de observaciones más o menos pertinentes al respecto o me canso de denunciar la idiotez del público consumidor y su voluntad manipulable? Tengo que elegir entre un abordaje u otro. Supongo que no puedo hacer ambas cosas de manera simultánea. ¿O si?

Mi tesis es que la mayoría de la gente no lee y de los pocos que leen, simplemente leen lo que la tendencia determina. Proporcionalmente, el público lector, los consumidores literarios, son muy pocos. Dentro de esa pequeña minoría de la población, son todavía menos los que asumen riesgos, los que se animan a leer un libro que no haya sido reseñado en el suplemento de cultura de turno. Luego, las posibilidades para los editores independientes son terribles.

En líneas generales, los consumidores literarios tienen razón en no asumir riesgos, porque cada vez que lo hacen terminan desilusionados. Persiste la idea de que si un libro no “da que hablar” es porque no tiene nada que decir. Persiste la opinión de que los libros independientes sencillamente son malos y que sólo tienen posibilidad de circular en nichos. Esto bien puede ser así, es cierto. Pero no hay que olvidarse que también puede ser de otra forma. Antes de descartar un libro editado de manera independiente por el simple hecho de haber sido editado de manera independiente, hay que recordar que un libro editado de manera independiente no implica necesariamente que se trate de un libro de baja o nula calidad. La mayoría de las veces quizás puede que así sea, pero no siempre y es necesario recordarlo y decirlo. Una y mil veces.

Por otra parte, es cierto que las obras raras o malditas tienden a circular, proliferar y naturalizarse pura y exclusivamente de manera excepcional, rara y maldita. Lo raro atrae de lo raro, como quien dice. No puede esperarse que una obra tan singular, extraña y atípica como El Zombi del Grand Perou tenga un éxito masivo. Dios sabe que sería ridículo esperar eso. Pero merece, al menos, encontrar su público, esa minoría de lectores dados a las curiosidades y a los libros de excepción. Bibliófilos impertinentes cabalgando en la tormenta.

El Zombi del Grand Perou fue escrito en 1697 y atribuido a Pierre Corneille de Blessebois. Tanto la obra como el autor están envueltos en una bruma de quívocos y misterio. Hasta el día de hoy no hay certezas ni últimas palabras al respecto. Toda vez que se postulan varias conjeturas e hipótesis contradictorias y posibles. El resultado del escaso rigor e interés que los bibliófilos de la época procuraron, posibilitaron su permanencia pero borraron sus huellas. Se sabe que existió un Corneille de Blessebois aunque no se sabe muy bien quién fue.

El Zombi del Grand Perou relata las aventuras de la Condesa de Cocagne, personaje espeluznante si los hay. Se dice de ella que es una mujer encantadora y de una amplia belleza pero que tiene un espíritu depravado y perverso, a la que sólo le interesa la búsqueda permanente de nuevas formas de placer y vanidad. La Condesa de Cocagne mantiene una relación violenta de amor y odio con el Marqués del Grand Perou. La historia es relatada por el propio autor, quien participa de los sucesos desde dentro, en calidad de amigo de la Condesa de Cocagne.

Si hubiese que resumir la historia en un único arquetipo, sería el del burlador burlado. La Condesa de Cocagne trama una venganza caprichosa contra el Marqués del Grand Perou y le pide ayuda a Corneille de Blessebois para su cometido. Corneille de Blessebois promete ayudarla, pero en su lugar le confiesa al Marqués del Grand Perou lo que la Condesa se propone y, juntos, burlan a la Condesa. Ella no se entera del engaño y asume, erróneamente, que su plan es un éxito. Sostener la mentira con la que tanto uno como otro han engañado a la Condesa es una tarea demasiado ardua. Tan ardua, que el Marqués del Grand Perou ya no está dispuesto a sostenerla. Por eso, resuelve asesinar a Corneille de Blessebois quien, afortunadamente, puede darse a la fuga. No obstante, su destino es trágico, como el destino de todos.

Condesas dadas a las orgías y los excesos abundan en la literatura, pero el punto de vista sostenido hacia estos personajes suele ser punitivo o condenatorio. El abordaje que sostiene Corneille de Blessebois es, pese a todo, de una evidente simpatía. El punto de vista del narrador es, claramente, laudatorio. Finalmente, hay que destacar que, estructuralmente, la historia es relatada en prosa y poesía rimada, lo que le da a todo el libro un tono entre jocoso y singular.

Si el hilo se ha seguido correctamente hasta aquí, la conclusión natural es que recomiendo esta obra, más por la apuesta editorial que supone que por sus méritos literarios. No obstante, hay todavía algo más. En lo que a mí respecta, la singularidad del libro y de la historia (con méritos más o menos discutibles) e incluso la singularidad del autor pasan a un segundo plano. Lo más destacable de este libro, lo que de verdad me parece absolutamente genial, es el postfacio. Todo el libro me parece apenas una mera excusa o un trámite con el que los buenos lectores pueden ganarse la recompensa de tan delicioso ejercicio de crítica literaria y bibliofilia extravagante.

Decididamente, lo que los lectores sagaces descubrirán como verdadera joya literaria no es ni la novela, ni al autor, sino el trabajo de investigación realizado en la reseña de presentación o prólogo y en el postfacio. Para variar, no queda claro quién escribe la reseña o el postfacio. A fin de cuentas, lo mismo da. El postfacio es, decididamente, una delicia. Allí se ncluye una breve reseña de las obras que posiblemente
puedan ser atribuidas a un autor que, dicho sea de paso, ni siquiera se sabe a ciencia cierta que haya existido.

Así como yo lo veo, todo el libro luce como una excusa para poder realizar un análisis sesudo de un autor casi imaginario. En este sentido, el libro me parece genial. Una proeza al estilo de los libros de Stanislaw Lem (Un valor imaginario o Vacío perfecto) o Jorge Luis Borges (Historia universal de la infamia, El libro de los seres imaginarios, etc). Mientras leía el epílogo, no podía dejar de pensar en las observaciones de Kinbote sobre John Shade. Por cierto, creo que incluso deberían haberse abstenido de publicar la novela de Corneille de Blessebois y conformarse con publicar el sesudo análisis sobre ella. Hubiese sido todavía más absurdo y genial.



El Blog del Librero Humanoide

Próximamente... El Zombi del Grand-Pérou

En El Zombi del Grand-Pérou, Pierre Corneille de Blessebois nos relata con humor y satirismo una más de sus aventuras galantes. Esta vez el escenario será la isla de Guadalupe, en las Antillas Francesas, donde es deportado en 1681 y vendido como soldado de Marguerite la Carrigue, viuda del propietario del dominio del Grand-Pérou, luego de haber agredido a la mujer de un peluquero y a su hija en Francia. Éste llama la atención de Félicité de Lespinay, Condesa de Cocagne, quien solicita sus supuestos conocimientos en brujería y sus poderes sobrenaturales para reconquistar el corazón del Marqués del Grand-Pérou. Blessebois satisface el pedido de la Condesa mediante varias puestas en escena en las que simula la aparición de Zombis que acechan por la noche y perturban el sueño de los habitantes del castillo. Pero lamentablemente, esta vez, su aventura no tendría un final feliz, ya que sus juegos de horror y brujería dejaron en la isla, no solo anécdotas de apariciones misteriosas, sino que también varios muertos.

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